«Otra vez las mujeres terminaron estando al frente», dice Mirta Moragas del Consultorio Jurídico Feminista de la organización, Las Ramonas en Paraguay. Un comentario entre la resignación y el reconocimiento frente al trabajo que las mujeres han liderado en medio de la pandemia del coronavirus en uno de los países que, en 2020, logró tener la tasa más baja (2 muertos por millón de habitantes) de fallecidos en Sudamérica.
«Y esto es muy fuerte porque las mujeres salvaron del hambre a un montón de gente en los espacios comunitarios. Yo diría que si vos me preguntas sobre la estrategia de las mujeres en las crisis; para mí son las ollas populares, pero en general hubo una reinvención muy fuerte», comenta.
Las ollas populares se refiere a una acción comunitaria liderada por mujeres que organizan una ‘comida colectiva’ utilizando productos de la zona cosechados con sus propias manos, o bien con alimentos donados para alimentar a los habitantes de la comunidad. Esta práctica resurgió a raíz de la pandemia de coronavirus en zonas empobrecidas del país, en las que se organizaron más de 200 ollas populares.
La acción para Perla Álvarez de la Coordinadora Nacional de Organización de Mujeres Trabajadoras, Rurales e Indígenas (CONAMURI) «reivindica el derecho a la alimentación y la vida digna» frente a una situación crítica de alimentación que afecta un 11,4 por ciento de niños y niñas menores de 5 años con desnutrición crónica y con el 11 por ciento de la población que se encuentra subalimentada.
Tras confirmarse los primeros casos de coronavirus en marzo de 2020, el gobierno rápidamente suspendió las clases escolares, restringió eventos públicos y privados, y declaró un toque de queda nocturno. Teniendo Paraguay una de las cuarentenas más estrictas de la región.
La resistencia desde lo digital
«Nosotras entendemos que el virus vino para quedarse, y estamos en un proceso de aprendizaje. Aunque nunca va a remplazar la virtualidad a lo presencialidad, pero mientras estamos en esta situación nuestra apuesta es hacer resistencia», comenta Perla que desde Conamuri han modificado sus acciones formativas y educativas con mujeres campesinas, lo que ha significado un desafío.
En medio de la cuarentena para mantener la comunicación con las mujeres compraron 10 smartphone, crearon seis grupos de WhatsApp con un límite de 20 compañeras por grupo, y recargaron semanalmente con saldo cada equipo que facilitó la participación en los talleres.
«Ha sido una experiencia maravillosa de estar con una persona mayor haciendo uso de un smartphone y que una niña de 15 años le enseñara. La experiencia ha sido maravillosa de hablar de temas políticos que nos convocan a las mujeres utilizando lo digital«, explica.
Jóvenes también resisten la pandemia
Ana Villasboa de Presencia Joven comenta «lo frustrante» que significó, en su momento, ajustarse a la cuarentena y el aislamiento frente a la pandemia que provocó una ‘reestructuración y ajuste’ del trabajo en colectivo, pero también el poder hacer un alto para analizar los ‘sentires’.
«Fuera y dentro de la organización trabajamos el automotivarnos, el poder mantener las buenas vibras y positivos fue importante porque nos agarraba la desesperación y la preocupación y crisis en casa y fuera de casa, y entonces fue un trabajo en colectivo para mantenernos fuertes a pesar de modificar toda nuestra forma de trabajo, y además tiene que ver con lo personal por mantenernos fuertes en nuestros propios planes de vida», rememora.
El colectivo que trabaja derechos sexuales y reproductivos centró sus intervenciones en lo digital, lo que significó una nueva amenaza por parte de grupos antiderechos y que promueven el odio sin embargo, lejos de amedrentarlas significó un impulso para continuar trabajando «sin confrontar y manifestar nuestra postura».
Las Ramonas, Conamuri y Presencia Joven han compartido su visión y análisis como insumo para el Manual de Prácticas y Estrategias Feministas ante las Crisis Globales que diseña la Asociación de Mujeres Malvaluna como parte del proyecto “Mujeres ALIANZADAS y saberes feministas como estrategia de cambio ante las crisis globales” financiado por la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional al Desarrollo (Aexcid).
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